lunes, 21 de mayo de 2012

PREGONEROS DE ANTAÑO

El Aguatero Agüita fresca traigo del río,
para que tomen todos los días.
¡aguateroooooo!
***
¡Agua, agüita para las damas bonitas!.
***
Soy el aguatero;
reparto el agua
que al gran río
voy a buscar.
Es agua dulce
para lavarse,
preparar mate
y amasar.


Aguatero


La Lavandera

Voy caminando al río
para lavar su ropita,
verá linda señora
cómo queda blanquita.



Escobero
¡Escobas y plumeros
con plumitas de avestruz!
Limpia la casita
con aire de libertad.

Lavandera


El Lechero
Leche recién ordeñada,
leche espumosa para usted,
mi linda moza.
***
Soy el lechero,
mucho madrugo
y vengo a todos
a despertar.
Traigo abundante
y rica leche
para que puedan
desayunar.

Lechero
Pastelera ¡Pasteles calentitos
hoy no podían faltar
pa' los mozos y mocitas
que han venido a festejar!
Mazamorrera
Mazamorra dorada
para la niña mimada,
mazamorra caliente
para la abuela sin diente.

Pastelera

El Sereno
Soy el sereno,
siempre vigilo
todas las calles
de la ciudad.
Todo lo veo,
anuncio el tiempo
y doy la hora,
siempre actual.
***
¡Las 12 han dado y sereno!
y la noche está tranquila.
Camino con mi farol
por la ciudad dormida.

Vendedora de Empanadas
Empanadas bien sabrosas
para las buenas mozas.
Empanadas bien calientes
para todos los valientes.
***
Yo soy la negra,
tengo empanadas
que a ustedes
han de agradar.
A esta morena
nadie la iguala
en el oficio
de cocinar.

LOS PREGONEROS DE LA COLONIA




LA TISANERA

    La vendedora de tisanas ofrecía una bebida con pequeños trozos de cáscaras de piña o de limón. La tisanera ocupaba la segunda escala de los vendedores de refrescos.
    La tisanera se ubicaba en plazas, plazoletas, mercados y lugares públicos, al lado de una enorme olla de barro metida en una canasta de caña entretejida.
    Habían tisaneras ambulantes con la olla encanastada en la cabeza y otras jaladas por un borrico; y se anunciaban con su pregón:


    "¡¡la tisanera se va!....tiisaaana con nieve!!"

LA CHAMPUCERA

    La champucera se estacionaba en las puertas de las tiendas, solares y callejones, con todos los enseres propios de su oficio, como el bracero, la olla, las cucharas de palo y el farolito colgado con una vela de sebo encendida.
    En las noches de invierno se expendía el champuz de agrio y un niño a pedido del dueño entonaba esta estrofa:

    "Champuz caliente,
    vamos con el café limeño muchacha;
    el que se come medio, se come un real,
    para el colegial:
    venid, venid, que ya está:
    El cuartillo por delante
    y la taza por detrás"


LA LECHERA

    Cabalgando en un viejo caballo trotón y llevando a su derecha e izquierda los porongos de lata, la lechera recorría los caseríos en las primeras horas de la mañana, trayendo su producto a Lima desde las haciendas algo distantes, y gritando con voz atiplada :

    "¡¡la lechera !!..¡¡la lechera!!"


EL AGUADOR


    Antiguamente el pueblo de Lima dependía del aguador, para conseguir este líquido de primera necesidad.
    Los aguadores iban a pie o en burro. Los primeros cargaban una pipa pequeña al hombro y los segundos, dos pipas en los lomos del animal.
    El sonido de una campanilla anunciaba a las criadas que había agua disponible, quienes respondían:

    "¡¡aguador, écheme usted un viaje!!".

    EL AGUADOR

    EL AGUADOR
    Recorría las calles expendiendo agua a pie o montado en su burro.


EL MERCACHIFLE

    El mercachifle era un comerciante de menor cuantía, quien salía por las calles con sus atadillos al hombro y gritando:

    "¡¡Coca a medio y cuartillo la vara...Damasco para manteles y servilletas...Bramante para sábanas..!!"






LOS PREGONES



Antes, los pregoneros nos daban hasta la hora. De ellos solamente tenemos recuerdos nostálgicos de su labor. Pertenecen a una Lima que se fue, llevándose sus voces bien timbradas, por calles arriba y calles abajo, y sin retorno.

De las "Tradiciones Peruanas", del ilustre escritor Ricardo Palma, tomamos lo que eran los pregones en Lima:


"A las seis de la mañana pasaba la lechera.
A las siete en punto la tisanera y la chichera de terranova.
A las ocho, ni un minuto más, ni un minuto menos, el bizcochero y
la vendedora de leche-vinagre, que gritaba: ¡ A la cuajadita!.
A las nueve, hora de Canónigos, la vendedora de Zanguito de ñanjú y
choncholíes.
A las diez la tamalera.
A las once pasaban la melonera y la mulata de convento vendiendo
Ranfañote, cocada, bocado de Rey, Chancaquitas de cancha y de maní
y frejoles colados.
A las doce aparecían el frutero de canasta llena y el proveedor de empanaditas de picadillo.




La una era indefectiblemente señalada por el vendedor de ante con ante, arrocera y el alfajorero.
A las dos de la tarde, la picaronera, el humitero, y el de la rica causa de Trujillo.
A las tres el melcochero, la turronero y el anticuchero.
A las cuatro gritaban la picantera y el de la piñita de nuez.
A las cinco chillaban el jazminero, el de las karamanducas y el vendedor de
flores de trapo que gritaba: "¡ jardín, jardín , muchacha..¿no hueles?"
A las seis canturreaban el raicero y el galletero.
A las siete pregonaban el caramelero, la mazamorrera y la champucera.
A las ocho, el heladero y el barquillero.
Aún a las nueve de la noche, junto con el toque de cubrefuego, el animero o el
sacristán que de la parroquia salía con capa colorada y farolito en la mano
pidiendo para las ánimas benditas del purgatorio o para la cena de Nuestro




Amo.
Este prójimo era el terror de los niños rebeldes para acostarse, después de esa
hora, era el sereno del barrio quien reemplazaba a los relojes ambulantes,
cantando entre piteo y piteo: " ¡Ave María Purísima! ¡ las diez han dado !
¡viva el Perú y sereno!". Que eso sí, para los serenos de Lima por mucho
que el tiempo estuviese nublado o lluvioso, la consigna era declararlo ¡sereno!.
Y de sesenta en sesenta minutos se repetía el cántico hasta el amanecer...en que
pasaba voceando de nuevo la lechera".










LA COMIDA EN LA LIMA ANTIGUA



A Lima no sólo se le aprecia por su historia, sus calles, sus plazas y la calidez de su gente, sino también por sus platos típicos y bebidas exóticas que degustaban los limeños y foráneos, encantados con tan exquisitos manjares como los siguientes: el ajiaco -guiso criollo a base de ají-, el bizcocho "chancayano", los buñuelos, el champuz de agrio -especie de dulce parecido a una mazamorra-, la chicha de garbanzos -bebida espirituosa elaborada con garbanzos-, la chicha terranova, las humitas -pasta dulce hecha de harina de maíz aderezada con pasas-, la pachamanca -manera criolla de cocer los alimentos dentro de un pozo abierto en la tierra y tapado con piedras calientes- y los picantes -elaborados con carne, pescado, charque y papas. Pero los aficionados gustaban más del cebiche, vendido por las picanteras, que anunciaban sus viandas:


"¡¡la picantera...ajiaco, charque, cebiche!!...¡¡motecito pelado!!"